Cómo es el plan en el que trabajan desde el ACA y las categorías locales para que regrese el ruido de motores.

Debido a la pandemia del coronavirus y el aislamiento social preventivo y obligatorio de más de 45 días, el automovilismo argentino sigue inactivo. La preocupación crece ante la falta de competencias y las miradas apuntan a la máxima entidad del deporte motor en el país: el Automóvil Club Argentino. Por eso en la entidad trabajan a fondo y envían tranquilidad con el mensaje de Carlos García Remohí, titular de la Comisión Deportiva Automovilística: "Vamos a hacer lo imposible para que en 2020 tengamos campeonatos argentinos de automovilismo

"Cuando veamos que el automovilismo puede volver, presentaremos al Gobierno Nacional los protocolos necesarios para que nos aprueben y reanudar así los campeonatos. No lo hicimos aún porque creemos que es apresurado”.

La situación económica apremia, acentuada por la inactividad, y la mirada del titular de la CDA del ACA apunta hacia el mercado laboral que genera esta disciplina. “Hay un montón de PyMes detrás del automovilismo que necesitan que los autos compitan y que el público pueda verlas. No presencialmente, pero sí por televisión”, aseguró.

No vamos a poder correr todas las categorías juntas. No podremos reunir 150 autos con los mecánicos y los pilotos dentro de los boxes. Por lo tanto, algunas categorías tendrán que correr durante la semana. Veremos cuándo podemos comenzar y qué calendario nos queda. Poniendo buena voluntad entre todas las categorías, seguramente podremos desarrollar un calendario para que todo el automovilismo pueda mantenerse activo”.

En los últimos días, se conoció que el Súper TC2000 elaboró un protocolo de sanidad y de acción para el posible regreso a la actividad. El detallado informe es la base para diagramar el posible regreso de la categoría a los circuitos. “El trabajo de protocolo que hizo el Súper TC2000 es muy bueno. Es detallado. También hizo lo propio la Asociación Argentina de Volantes”.

Nosotros vamos a hacer lo necesario para que los campeonatos se cumplan. Haremos lo mismo que hace la FIA con el campeonato de Fórmula 1 o el Rally Mundial. Hablaremos con los promotores y con los equipos para que se puedan completar los certámenes. Aunque corramos lunes, martes y miércoles.

El último fin de semana, Argentina hubiese recibido la fecha por el Campeonato Mundial de Rally, en la provincia de Córdoba. "El Rally está postergado por el momento. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos en el mundo. Quiere volver en Finlandia y quiere completar con 5 fechas, sumadas a las tres que ya se realizaron. En principio, las fechas se harían en Europa, pero tenemos la alternativa de hacer una en la Argentina

El ingeniero remarcó que recibió un video de Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil, en el que confirma que el 5 de julio volverá la F1 con el Gran Premio de Austria. "Tendrán un protocolo muy estricto”.

Profundo dolor provoco la muerte del piloto marplatense Marcos Anibal Gaggino. El trágico día, 9 de mayo, perdiamos a un gran amigo y un piloto con un futuro enorme, que decidió correr en el Turismo Carretera y compro un Ford.
El accidente fue junto con su acompañante, Néstor "Tete" Blanco, en la recta que ingresa a Mechongué. Blanco salvo su vida milagrosamente, al estar atado.
Nuestro recuerdo permanente para ese ser maravilloso que fue Marcos, un amigo inolvidable.
 
Datos Generales:

Nació: 4/6/1954 - Murió: 9/5/1984
Lugar: Mar del Plata.
Autos y Categorías: Fiat 128 IAVA (TN), Falcon (TC)  Formula Renault

Actuación Deportiva:

1978: 1° Potrero de los Funes SL, 3° Las Flores, 4º Olavarria, 4º Allen RN, 7° y 9º Autódromo BA (IAVA).
1979: 1° El Zonda SJ, 2° y 3° Autódromo BA, 2° El Zonda SJ, 2° Las Parejas SF, 2° Gral. San Martin de Mza, 4° Cabalén Cba, 5° Balcarce, 8º La Rioja, 9º Rally Gran Premio (IAVA).
1980: 1° Cabalén Cba, 4° La Rioja, 5° Concordia ER, 6° Autódromo BA, 9º El Zonda SJ, 11° Santa Rosa LP, 12° Potrero de los Funes SL (IAVA).
1981: 1° Las Flores (IAVA).
1982: 11º Tandil (Falcon).
1984: 4° Cabalén Cba(IAVA), 3° Autódromo BA no ganadores, 13°  25 de Mayo (Falcon).

La situación que afecta a todo el país por el Coronavirus genera diversas incógnitas para lo que viene. Si bien hay ideas y algunas propuestas, todo es incertidumbre dentro de los zonales, donde la presencia del público es fundamental para generar ingresos económicos. Ello parece imposible una vez que se reanuden las actividades, por lo que la problemática puede ser aún mayor.

A diferencia del automovilismo nacional donde una gobernación puede brindar su aporte para la realización de competencias, lejos de ello está el automovilismo a nivel zonal. Y si bien la preocupación que reina por el Coronavirus es generalizada, todavía más aún para estas categorías, muchas de las cuales no encuentran respuestas para saber cómo afrontarán lo que viene.

Lo concreto es que por estos días no se han conocido ningún tipo de novedades, generando ello más incertidumbre. "Cuando el gobierno hable y tome determinaciones ahí recién se sabrá que hacer. A partir de ese momento esperaremos medidas del Automóvil Club Argentino y también escucharemos la opinión de los intendentes que comandan los Municipios donde se realizan carreras", manifestó Oscar Milani.

El Presidente de la Federación Metropolitana y de la Federación Mar y Sierra, comandando 66 categorías y con casi 50 años dentro del mundo del automovilismo, se mostró preocupado y a la espera de noticias.

"Sin gente no podemos correr, eso es así", fue la reflexión de Raúl Fernández, quien preside la histórica Monomarca Fiat, divisional que disputas sus competencias en los autódromos de Mar del Plata, Balcarce, Dolores y Olavarria. Raúl Fernández expresó que si "recién se levanta en septiembre como algunos comentan, habrá que ver la situación económica de cada uno, tal vez estén los autos disponibles pero los pilotos no tengan el dinero para ir a correr".
 
"Detrás de cada auto hay un grupo de mecánicos y amigos que acompañan a los pilotos en los boxes y estaríamos ante un tema para el que no tenemos una solución contundente. Pero de ninguna manera nos vamos a apartar de los protocolos que regulen los eventos de concurrencia masiva", manifestó Milani.

"A mí me gustaría hacer un campeonato con las competencias que se pueda este año y algunas en el verano. Hay que trabajar con Federación para que el costo de las licencias que ya se han sacado se puedan utilizar en 2020/2021, eso sería bueno, pero por el momento son solamente ideas", sostuvo Raúl Fernández.

Julio López de Calatayud es quien preside la potente categoría Turismo Special de la Costa, donde se trabaja para seguir en alza tras la buena temporada 2019. Si bien el panorama para todo el zonal es complejo, el titular de esta especialidad es optimista.

"Como categoría estamos en un buen momento, recuperando autos y pilotos destacados como Bruno Boccanera, Gastón Bianchi y también Lionel Ugalde que hará algunas carreras con el Torino. Tenemos un lindo panorama, pero por ahora solamente nos estamos conformando con estas buenas noticias, esperemos plasmarlo cuando se inicie el campeonato, que no sabemos cuándo será".

Julio López reconoció que "estamos en diálogo permanente entre directivos y pilotos, aunque el calendario tal cual estaba pensado me parece que es poco probable poder cumplirlo, habrá que hacer un replanteo total, de ahí en más se verá que tipo de torneo se puede hacer. No veo posible que el zonal tenga más de dos carreras en el año". El automovilismo zonal depende del público, de la venta de las entradas. Si no es así los autódromos no tienen ingresos, es un panorama muy complejo para programar fechas, aunque a lo sumo y siendo optimista, se podría hacer una carrera por mes.

Carlos Torres es quien lidera la Federación 3 del Sudeste, y a su vez es presidente del Club Independiente de San Cayetano, organizador de competencias zonales en el histórico circuito, ahora asfaltado. "El automovilismo zonal se maneja con el público y sin ello es muy complicado, creo que es imposible porque no se pueden afrontar los gastos. Hoy organizar una carrera cuesta entre 180 y 200000 pesos, sin público no se puede y tampoco le podemos pedir más plata a los pilotos".

El directivo de esta Federación, que entre otras categorías regentea a las legendarias Mar y Sierra y TC del 40, destacó que también veremos que dicen los Municipios por la llegada de gente de otras ciudades. A su vez dependemos de los hospitales, policía, bomberos, todos los que están abocados al problema actual.

Desde la Federación 3 del Sudeste no descartan realizar campeonatos 2020/2021, siempre respetando los protocolos que lleguen a nivel nación y manejando los meses de agosto o septiembre como primeras opciones para salir a pista.

"Habrá que ver la postura de CDA, Asociación Argentina de Volantes, clubes y Federaciones. Se habla que se podría comenzar en septiembre, octubre, pero sin público para el zonal es imposible. Si no hay público no hay carreras, actualmente se necesitan vender entre 500 y 600 entradas para cubrir gastos y ello no se le puede cargar a las categorías ni a los pilotos.".

Lo cierto es que hay que esperar a que la cuarentena termine y allí recién se empezará a saber con claridad cual es la situación automovilismo zonal. 

 

 

 

Fuente:  Campeones

1982 - Murió Gilles Villeneuve, quien fue un piloto de automovilismo canadiense, que llegó a participar en la Fórmula 1 bajo las escuderías de McClaren y Ferrari. Logró seis victorias, 13 podios y dos Pole Position, resultando su mejor año en 1979, cuando logró el subcampeonato de la categoría.

 

El 8 de mayo de 1982, en el circuito belga de Zolder donde se disputaban las pruebas clasificatorias para el Gran Premio de Bélgica, era un día tétrico, faltaban ocho minutos para el fin de los ensayos y los dos pilotos de Ferrari, Gilles Villeneuve y Didier Pironi, estaban trenzados en un duelo feroz, al último golpe. A ninguno le importaba la primera fila de la grilla. Ni lo que hacían los otros. Lo que buscaban, con una dureza furiosa, era estar uno delante del otro. Pironi era sexto y Villeneuve octavo. A este último, que durante toda la jornada no había dirigido una sola palabras a los integrantes del equipo Ferrari y ni siquiera había saludado al piloto francés, se le ordenó entrar a boxes cuando estaba iniciando su último intento por mejorar su crono. Eran las 13,52 horas. Pasó a fondo por la línea de sentencia y marchó, sin levantar el pie del acelerador, rumbo al destino que lo esperaba.

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Gilles Villeneuve

Yo vi todo. Me había ubicado, junto a los mecánicos de Ferrari y al colega y amigo Giancarlo Cevenini, delante de uno de los monitores que habían instalado en el box italiano. Las cámaras de la televisión seguían a Villeneuve cuando enfrentó la chicana que estaba enseguida atrás de los boxes y la bajada sucesiva que introduce a la curva Terlamen, a un paso de un bosquecito. Imprevistamente, Gilles, que venía a fondo, se encontró delante el March amarillo del alemán Joachen Mass, quien lo vio llegar y se desplazó hacia su derecha, para afrontar la curva por la cuerda interna, pensando que Gilles lo superaría por la izquierda. Pero el hombre de Ferrari hizo al revés, o sea que intentó pasar por ese costado, para afrontar la Terlamen por adentro, que era la trayectoria más veloz.

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La Ferrari de Villeneuve, tras impactar el March de Joachen Mass, decola por los aires

 

El impacto fue tremendo, tanto que el camarógrafo que seguía la acción perdió por un instante el encuadre de la Ferrari, que salió catapultada por los aires, y lo recobró solo cuando en pleno vuelo, mostrando la panza inferior, pasó apenas encima del March de Mass. Gilles había embestido con la rueda delantera izquierda la posterior derecha de Mass  y el auto había despegado, cumpliendo dos “lopping” completos en el aire, por un vuelo total de 25 metros en el que rozó el guard-rail de la derecha. La voltereta sucesiva llevó a la Ferrari a aterrizar de manera desastrosa sobre el asfalto, en la línea interna de fuga de la Terlamen. La energía cinética era tal que el auto, rebotando, volvió a volar por los aires para por fin, ya sin el tren delantero, caer y quedar inmóvil en el centro de la curva.

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La Ferrari se pulveriza contra el suelo y Villeneuve sale despedido, atado a su butaca para terminar su vuelo del otro lado de la pista

 

Cuando el auto había rebotado contra el pasto, uno de los paneles honeycomb del monocasco, ubicado entre el respaldo de la butaca y el tabique frontal del tanque de nafta, cedió, arrastrando tras de sí los enganches de los cinturones de seguridad. Así, en una escena espeluznante, vimos por la pantalla cómo Villeneuve era catapultado fuera del habitáculo y pasaba en el aire, con la butaca todavía atada a su cuerpo, para caer como un muñeco desarticulado sobre el hombro derecho, tras un vuelo de casi 50 metros. Con el cuerpo volteó la primera red de protección, para impactar después violentamente el cuello (ya había perdido el casco integral que fue hallado más tarde a 100 metros de distancia) contra un palo de sostén de la red metálica más externa.
Los restos de la Ferrari volaron en todas las direcciones, con el volante que fue a parar 250 metros más allá. Gilles perdió también sus botitas, encontradas el domingo por la mañana 200 metros más lejos, en un matorral.

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Villeneuve exánime, como un muñeco desarticulado, contra un sostén de la red de protección interna

 

De pronto, todo quedó quieto, con una inmovilidad sobrecogedora. Los autos que llegaban frenaron. Los primeros auxiliares corrieron hacia la red donde, doblado en dos, Gilles había quedado inmóvil, con la cabeza gacha. A mi lado, los mecánicos de Ferrari estaban mudos. Fue un silencio roto por Cevenini, quien dijo: “Mio Dio, se mató Gilles”. Y golpeándome el codo, tras decirme “Andiamo”, salió corriendo para el lugar del desastre que no estaba muy lejos, pues la curva Terlamen se encontraba justo atrás de los boxes.

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Los primeros auxilios, con respiración boca a boca, dados a Villeneuve

 

Cuando llegamos, jadeantes, ya habían expuesto la bandera roja y vimos a varios comisarios de pista y un médico, al que se había sumado el doctor de la FIA, Sid Watkins, tratando de reanimar al exánime canadiense. Watkins había llegado apenas tres minutos después del desastre en el automóvil de Roland Bruynsereade, director de la carrera (todavía no se utilizaba la “pace car”). Se fueron agregando algunos pilotos (Mass, Eddie Cheever, John Watson, René Arnoux, a Pironi no lo vi). Todos, paralizados, mirábamos la terrible escena de Gilles apoyado sobre el palo de la red, doblado en dos. Algunos policías tendieron un cerco alrededor del lugar donde yacía el piloto, para que los curiosos no entorpeciesen los primeros auxilios que se le prodigaban, hasta que, finalmente, escondieron la escena detrás de un telón negro.

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Uno a uno, los autos se van deteniendo mientras el cuerpo de Gilles es cubierto por un telón negro

 

Tiempo después, el doctor Watkins explicaría: “En cuando llegué a su lado me di cuenta que sus condiciones eran gravísimas, estaba sin sentido, lívido el rostro y el cuello, otras lesiones no se veían y presentaba una actividad cardíaca regular, mi conclusión fue que debía tener una fractura en la columna vertebral, por lo que le pusimos el cuello en tracción, le hicimos un masaje cardíaco y la respiración boca a boca, para después llevarlo en el auto de Bruynsereade al centro médico del circuito, donde ya estaba listo un helicóptero que lo transladó a la clínica Saint Raphael de Lovania”. Watkins lo acompañó y formó parte del equipo médico que de inmediato le hizo una Tomografía Axial Computerizada (TAC) que reveló una grave lesión del tronco encefálico, rotura con desprendimiento de las vértebras cervicales y lesiones gravísimas en la base del cráneo, debido tanto al impacto contra el palo de sostén de la red metálica como a la tremenda desaceleración (nada menos que 27 G). No había nada que hacer para salvarlo. En ese hipotético caso habría sobrevivido en un estado puramente vegetativo.
El parte médico dijo que murió recién a las 21,12 horas, cuando su esposa Joanna, que había llegado a Bruselas en avión tras ser alertada por Jody Scheckter, autorizó a desenchufar las maquinarias que aún lo tenían en vida.

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Así quedó la Ferrari en Zolder, partida en dos y sin el tren delantero

 

Para entender por qué se mató Villeneuve en Zolder hay que remontarse a dos semanas antes, cuando el 25 de abril se corrió en Imola el Gran Premio de San Marino, al que había desertado la mayoría de los equipos ingleses, que discrepaba con Ferrari y Renault por cuestiones reglamentarias (la altura tolerada a las panzas de los autos). Ganó Pironi con Villeneuve segundo, a apenas 0,366 segundos, tras haberlo superado a sorpresa en la última vuelta. Fue un desenlace que precipitó la ruptura total entre ambos pilotos ferraristas. Podríamos decir, el prólogo del trágico desenlace de Zolder.

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Villeneuve fue un generoso escudero de Jody Scheckter en 1979 y siempre creyó que, llegado el momento, en Ferrari se lo reconocerían

Gilles creía que, con el modelo 126C ahora competitivo, con un motor tubo que era una explosión de potencia, había llegado su hora. Había sido un fiel y generoso segundón de Jody Scheckter, ayudándolo en 1979 a ganar su título mundial, al que habría podido haberle dado batalla en más de una carrera. Había mostrado su temerariedad en el famoso duelo con René Arnoux por el segundo puesto del Gran Premio de Francia corrido en Dijon (ganó Jean Pierre Jabouille) que constituye hasta hoy uno de los episodios más apasionantes en la historia de la Fórmula 1. Pero también había mostrado que podía ser dócil y altruísta cuando en el Gran Premio de Italia disputado en Monza, que consagró a Scheckter campeón mundial, aceptó ser su escolta, defendiendo con pertinacia sus espaldas ante los ataques de Clay Regazzoni con su Williams FW07. De haber ganado, tenía chances para ser él el campeón mundial, ya que después de Monza había otras dos carreras, pero prefirió alinearse a los intereses de Ferrari. El puntaje final del campeonato lo dice todo: Scheckter lo terminó con 51 puntos, Villeneuve con 47.
El año siguiente (1980) fue desastroso para Ferrari, pues el modelo 312T5 resultó un fiasco total, tanto que sobre el final Scheckter decidió retirarse y en su lugar llegó Pironi. Un año que, de Villeneuve, dejó solo dos episodios para recordar. Uno fue en Le Castellet, durante unas pruebas privadas, cuando voló afuera a 300 kilómetros por hora pero no se hizo nada.

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La locura de Villeneuve  en Zandvoort, volviendo a boxes en tres ruedas

La suerte le había sonreído. Otro fue en Zandvoort, durante el Gran Premio de Holanda, y me tuvo como testigo personal, junto al colega Horacio Sola, que transmitía para una radio porteña. Gilles, que había pulverizado la goma trasera izquierda, decidió volver al box Ferrari en tres ruedas, arrastrando la llanta dañada que a cada metro amenazaba con desprenderse y provocar un desastre. Estábamos en la calle de boxes cuando lo vimos llegar con la Ferrari inmanejable, pero igual transformada en una tromba. Fue algo tan estúpido como innecesario. Los mecánicos de los distintos equipos se zambullían en sus boxes para evitar el eventual llantazo. Cuando paró, Sola -un tipo mesurado y observador- me dijo: “Negro, este tipo es un loco de la guerra”.
En 1981, ya con Pironi como nuevo compañero, Villeneuve le demostró al principio que era un gran tipo. Simple, genuino, dulce, siempre disponible, entabló con el francés una relación cercana a la amistad. Su límite venía de su propia bondad. Era un ingenuo. Creía que, en paridad de condiciones con su compañero de equipo, Ferrari recordaría su sacrificio de 1979 y lo compensaría con su preferencia en pista. O sea que, llegada la ocasión, recibiría el favoritismo del anciano “capo” de Maranello. Es cierto que el viejo “Commendatore” tenía por él una verdadera debilidad, pero Gilles no conocía una de sus frases preferidas: “Yo no inflingiré nunca a un piloto de mi escudería la humillación que sufrí en 1924, cuando corría, debí resignar un triunfo seguro porque me impusieron dejarme superar por un compañero de equipo”.

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Enzo Ferrari en Maranello con Villeneuve

Ferrari, en aquel Gran Premio de San Marino de Imola, no estuvo representado como director general por Mauro Forghieri, sino por su hombre de estricta y personal confianza, Marco Piccinini, quien por sus modos curialescos había sido rebautizado “Monseñor” o “El Cardenal”. Fue Piccinini el que, tras el abandono de los dos Renault, únicos rivales serios de la Ferrari, armó el enredo que es necesario entender para darse cuenta todo lo que pasó después. Como Villeneuve y Pironi lidiaban por la punta, superándose peligrosamente una y otra vez, en la penúltima vuelta, cuando Gilles estaba adelante, hizo exponerle a ambos, desde el muro Ferrari, un cartel con la palabra “Slow”. Villeneuve la interpretó como una virtual congelación de las posiciones. En otras palabras, “tranquilo, porque Pironi no te atacará”. Y sucedió exactamente lo opuesto: en la última vuelta, el francés lo sobrepasó a sorpresa y ganó la carrera.
Villeneuve lo tomó como una traición. Entró como una furia en el box italiano y gritó: “Ahora búsquense otro piloto”. Bastaba ver su cara en el podio: enfurruñado, serio, silencioso, sin dirigirle una palabra ni al francés ni a nadie. Declaró: “Creía tener como compañero a un amigo y hoy me di cuenta que es un imbécil, me cuesta creer todo lo que pasó hoy en la pista, este señor se portó como un verdadero bandido”. Y su estado de ánimo, mezcla de rabia y decepción, empeoró en los días sucesivos cuando su esperanza de que Enzo Ferrari le diese una explicación por la victoria que Pironi le había robado no llegó nunca. No le bastó que Mauro Forghieri, ausente en Imola, le diese la razón. Y, así, con un humor negro, sediento de venganza, enceguecido y obsesionado por tomarse la revancha contra Pironi, que veía como su único enemigo, llegó a Zolder. Nervioso, tenso. Y más aún cuando se dio cuenta que acabaría en la gilla una fila detrás (1’16″616 contra 1’16″501) del odiado francés.
Carlos Reutemann, con quien compartió en Ferrari sus dos primeros años en la Fórmula 1, tuvo de Villeneuve un recuerdo enternecido: “Era un pibe maravilloso, empezó a ser un poco menos ingenuo cuando se dio cuenta que, entregando lo mejor de sí para que Scheckter fuese campeón mundial, tal vez Ferrari no lo recompensaría nunca, fue un golpe que no digirió nunca, yo trataba de consolarlo diciéndole que un título de campeón era como un tren que delante de algunos, como Fangio, pasó cinco veces, y que en otros casos se pierde pero puede pasar una segunda vez”. Reutemann sostiene que algo de este razonamiento le quedó en la mente, porque aquel mismo año 1982, en ocasión de una huelga que los pilotos hicieron antes del Gran Premio de Sudáfrica se le acercó y le dijo: “Carlos, tenía razón”. Era la primera carrera del año pero ya había intuído que Pironi se habría convertido en su enemigo mortal y que Ferrari no habría hecho nada para impedirlo.

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Carlos Reutemann fue amigo y protector de Villeneuve

Canadiense, con una única experiencia en la velocidad con una moto para la nieve, había aparecido en la Fórmula 1 en el Gran Premio de Inglaterra de 1977, cuando le ofrecieron la butaca de un tercer McLaren todo emparchado y con un motor Cosworth para tirar a la basura. Así y todo, consiguió un noveno puesto en la grilla (en carrera terminó undécimo) y deslumbró cuando en el warm-up de la mañana fue el más rápido de todos. Al fin del Mundial, cuando Niki Lauda se clasificó campeón y se fue de Ferrari pegando un portazo, lo llamaron de Maranello para ocupar la plaza vacante. Debutó en el penúltimo Gran Premio de Canadá (abandonó) y en el sucesivo Gran Premio de Japón dio mucho que hablar, ya que protagonizó un grave accidente al colisionar con el Tyrrel de 6 ruedas de Ronnie Peterson. Tras un vuelo impresionante, su Ferrari aterrizó panza arriba entre la gente que ocupaba un lugar indebido y causó dos muertos y 10 heridos.

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Segunda carrera de Villeneuve en Ferrari: en Japón impacta el Tyrrel 6 ruedas de Ronnie Peterson, envuelto en el polvo, y aterriza sobre la gente, causando dos muertos y varios heridos

Villeneuve no se hizo nada, pero el episodio desató una onda de críticas en Italia, donde atacaron a Ferrari por haber incorporado a un “inconsciente”, capaz solo de demoler máquinas. Don Enzo no los escuchó y lo confirmó para 1978 como escudero de Reutemann. Durante aquel Mundial, Gilles tuvo varios accidentes que le valieron el mote del “Canadiense Volador” El más serio fue en Long Beach, cuando en su intento de doblar a Clay Regazzoni embistió su Shadow y casi lo descabeza. El suizo lo quería matar. Tanta generosidad, al límite de la insensatez, le fue premiada con su primera victoria obtenida justamente en Canadá, entre su gente, en el circuito de Montreal que tras su muerte fue intitulado “Gilles Villeneuve”.
El bienio 1979-80 le deparó pocas satisfacciones. Hizo su aprendizaje pero siempre dejando la impresión del piloto combativo pero también poco reflexivo. Hasta que en 1981, con Ferrari que había pasado a los motores turbo cuya potencia disimulaba los límites aerodinámicos del modelo 126C, Gilles entrevió que estaba por llegar su hora. Más después de haberse impuesto, de hecho, como el “número uno” de Ferrari, con sus victorias en Montecarlo y en España (Jarama) y su tercer puesto en Canadá, cuando corrió toda la última parte de la prueba con el alerón delantero plegado que le obstaculizaba la visual, desatendiendo las órdenes del box Ferrari para que entrase a cambiarlo. Su temerariedad se había expresado otra vez en Holanda, cuando en la largada le pasó por encima a tres o cuatro autos, para irse a estrellar en la parte externa de la curva Tarzaan. Pero ya estaba instalado en el corazón de los “tifosi” de Ferrari, que lo adoraban por su osadía y su generosidad.
No tuvo en cuenta aquella vieja e indiscutida máxima de la Fórmula 1 según la cuál, para cada piloto, el peor enemigo es su compañero de escudería. Una omisión que pagaría con la vida.

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El terrible accidente de Didier Pironi el 17 de agosto de 1982 en Hockenheim

Tres meses después de la tragedia de Zolder, en la clasificación para el Gran Premio de Alemania que se disputaba en Hockenheim, Pironi sufrió un terrible accidente que le cortó la carrera en Fórmula 1. Bajo la lluvia, al ingreso del Motodrom, no pudo ver al Renault de Alain Prost, que circulaba lentamente. Lo embistió con violencia y sufrió gravísimas heridas en sus dos piernas, que estuvieron varias veces a punto de serles amputadas. Se las salvó el equipo médico especializado del doctor Letournel, pero debió archivar para siempre su esperanza de volver a correr.
Sustituyó la Fórmula 1 con las carreras de motonáutica offshore. Conduciendo uno de estos bólidos acuáticos en una prueba delante de la isla de Wight perdió la vida el 23 de agosto de 1987. El reloj vigila siempre para que los destinos se cumplan. Parece que es así nomás.

 
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El equipo Giacone Competición tiene diez mecánicos y encontró una forma de hacer frente a la cuarentena económica. Recibió la idea por parte de uno de los pilotos cuyos autos prepara.

Sergio Giacone, que tiene su taller en Casilda, Santa Fe, recibió la idea por parte de uno de los pilotos cuyos autos prepara.

El equipo Giacone Competición, que participa en la Clase 2 del Turismo Nacional y tiene base en Casilda, Santa Fe, comenzó a construir cabinas sanitizantes para desinfección por el coronavirus, con el fin de obtener ingresos y solventar los sueldos de los mecánicos de su taller.

El ex piloto de TN y campeón de Rally Federal Sergio Giacone explicó que desde el 15 de marzo su taller está inactivo por la cuarentena y eso provoca un gran daño económico al equipo, para el que trabajan diez mecánicos.

¿De qué se trata una cabina sanitizante? Es un cubículo que sirve para que las personas se desinfecten antes o después de permanecer en un lugar o efectuar actividad física. En el protocolo que, inspirado en uno de la Bundesliga, propuso el club Talleres, de Córdoba, para que fueran autorizados los entrenamientos de fútbol, figuraba el uso de una cabina sanitizante como uno de los pasos obligatorios que debían seguir los jugadores. La iniciativa de Talleres, por cierto, no encontró eco en la Asociación del Fútbol Argentino ni en el gobierno nacional.

Giacone detalló que las cabinas son "forradas con lana de vidrio, plástico o policarbonatos no conductivos de electricidad" y que sus medidas son de 1,20 metros por 1,20 por 2,10 de altura y tienen piso de césped sintético. Se las coloca en los ingresos de supermercados, sedes de municipios o comercios y tienen un lector infrarrojo que acciona un rociador de alcohol para desinfectar a la persona que la utiliza.

El preparador de coches ya había puesto a disposición su taller para la reparación de vehículos sanitarios y de fumigación de Casilda, como así también el resto de los transportes afectados al municipio.

Giacone Competición atiende los Volkswagen Gol Trend de Clase 2 de TN de los santafesinos Joel Borgobello (oriundo de Timbúes) y Alejo Borgiani y Miguel Ciaurro (ambos, de Casilda) y el Toyota Etios de Lucas Tedeschi (Las Rosas). Ciaurro, que además de piloto es abogado, se enteró por televisión de que en otros puntos del país estaban construyendo cabinas y propuso a Giacone encarar el proyecto. "Me pareció viable hacerlo en el taller de Sergio", contó Ciaurro, que a su vez trabajó en la parte legal en su estudio para cumplir las normas.

"Y así se genera recursos económicos, porque de los mecánicos del taller dependen diez familias", destacó el "coraje, la inteligencia y la iniciativa" que puso el grupo para "buscar una forma de subsistir, porque no se sabe cuánto puede durar esto de la pandemia".