El senador nacional Carlos Alberto Reutemann murió hoy a los 79 años en el Sanatorio de Santa Fe, donde permanecía internado desde el 30 de mayo pasado.

Papá se fue en paz y dignidad después de luchar como un campeón con un corazón noble y fuerte que lo acompañó hasta el final. Siento orgullo y bendición por el padre que tuve. Sé que me acompañará todos los días de mi vida hasta que nos volvamos a encontrar en la casa del Señor, informó una de las hijas de “Lole”.

El subcampeón mundial de Fórmula 1 había sido internado por una hemorragia digestiva el 5 de mayo. Recibió el alta médica el 21 de ese mes pero nueve días después volvió a ser trasladado al Sanatorio de Santa Fe por un cuadro de anemia. Permaneció en una sala común hasta el 21 de junio, cuando sufrió un deterioro en su salud con fiebre y empeoramiento de su función renal, y fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos. En ese sector estuvo monitoreado las 24 horas con una enfermera exclusiva y médicos, y acompañado por su familia Su cuadro era complicado por sus antecedentes, ya que en 2016 fue operado en los Estados Unidos por una afección biliar, por su edad y por la cantidad de medicamentos que debía tomar. En el medio de este proceso fue trasladado a otro centro en Rosario para hacerle unos estudios, pero luego, cuando volvió a ser internado, regresó al Sanatorio de Santa Fe porque ahí trabaja su médico de cabecera. En las últimas semanas su pronóstico continuó siendo reservado. El 24 de junio fue la última vez que se publicó un parte médico. “Permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos, afebril con sus parámetros hemodinámicos controlados. Continúan realizándose estudios de diagnósticos. Permanece con pronóstico reservado”, indicó el comunicado.  “Lole” tuvo cambios constantes. Hubo días que estuvo lúcido, mirando televisión con su familia. Y otras horas en la que su estado de salud empeoraba. Por ese motivo, se discontinuaron los partes médicos. Este miércoles, su sobrino Federico Reutemann, contó que el propio senador había pedido no regresar a una sala de terapia intensiva y esperar el final en una sala común, rodeado de sus afectos.

 

 

Reutemann fue un hombre de éxitos y de silencios. Especialmente, de silencios. Esa misma escasez de palabras que en su momento tuvo para convertirse en el hasta hoy último piloto argentino capaz de consolidarse en los puestos de élite de la Fórmula 1 fue la que también le permitió perdurar con su banca en el Senado durante 18 años hasta la fecha de hoy. Posiblemente, le quedaron dos deudas en su vida: obtener el título mundial de Fórmula 1 en 1981, cuando quedó subcampeón, y la posibilidad de haberse convertido en presidente en 2003, cuando aparentaba ser la opción más fuerte presentarle oposición a Carlos Menem, con el respaldo de Eduardo Duhalde. Si bien todas las personas que lo conocieron a fondo aseguraron que el campo era su lugar en el mundo, Reutemann se ganó el primer amor popular de una parte del pueblo gracias al ruido. El que producían los motores de los autos de competición que condujo durante más de una década. Debutó en la Fórmula 1 en 1972 bajo la escudería de Brabham, equipo cuyo propietario en su momento era Bernie Ecclestone. Su primera carrera ganada fue en 1974 en Kyalami, Sudáfrica, y luego se impondría en otras 11 carreras a lo largo de los 144 circuitos disputados. Tras haber pasado por Ferrari y Lotus, su año de mayor esplendor fue en el mismo 1981, a bordo de un Williams. Perdió el campeonato en la última carrera, en Las Vegas, donde terminó detrás del brasileño Nelson Piquet y perdió el título por apenas un punto.