El 19 de junio del 2005 sólo corrieron  seis autos de 20 en EE.UU. por protestas de seguridad.

La postal de la largada: Ferrari, 5º y 7º, adelante. Jordan y Minardi, los cuatro peores, bien al fondo.

Si hay algo que la Fórmula 1 busca con insistencia es insertarse en el mercado yanqui, uno de los más grandes del planeta y que es dominado por competencias locales como el Indy y Nascar. Lo intentó en los últimos años de diversas maneras, como cuando en 2017 montó un show al compás de Michael Buffer, el famoso presentador de boxeo, para introducir a los pilotos. Pero hace 15 años, el 19 de junio del 2005, la Máxima metió la pata: por falta de garantías de seguridad, 14 autos se bajaron del Gran Premio. Sólo corrieron seis, las dos Ferrari más las cuatro peores máquinas del campeonato, los dúos de Jordan y Minardi. El resultado, cantado, y la carrera, un bodrio. 

Todo comenzó como en una película, en la que un hecho en particular les hace darse cuenta a los protagonistas de que hay un monstruo cerca: en el entrenamiento del viernes, Ralf Schumacher, hermano de Michael y corredor de Toyota en aquel entonces, se estroló en la recta principal de Indianápolis por una aparente falla en los neumáticos Michelin y fue baja del GP. La marca de gomas francesa, que asistía a 14 de los 20 autos (los otros seis, los que corrieron, tenían Bridgestone), rápidamente se puso a averiguar qué sucedió.

Así fue la piña de Ralf Schumacher. Primer aviso... (AFP)

Así fue la piña de Ralf Schumacher.

Michelin dio con que sus neumáticos no se bancaban la curva 13, caracterizada por su gran inclinación, longitud y velocidad de tránsito. Comenzaron las quejas hacia la FIA, pidiendo si se podía añadir una chicana o realizar paradas en boxes con mayor frecuencia, pero Ferrari y la organización se opusieron. Tras una clasificación dominada por naves Michelin, el día de la carrera pasó algo inédito.

Salieron a hacer la vuelta de formación y, cuando estaban llegando a la recta, todos los autos con gomas francesas se metieron a boxes. Para sorpresa del mundo entero, 14 monoplazas abandonaron sin siquiera recibir la luz verde del semáforo. Hubo abucheos, carteles con frases como “olvídense de correr en Estados Unidos”, y hasta un hincha lanzó una botella de agua a la pista la cual agarró Barrichello (Ferrari) con su rueda trasera izquierda.

Sólo seis autos siguieron en pista. Los 14 con gomas Michelin se metieron a boxes y abandonaron antes de la largada. (AFP)

Sólo seis autos siguieron en pista. Los 14 con gomas Michelin se metieron a boxes y abandonaron antes de la largada.

Para coronar un Gran Premio bizarro, que obviamente fue dominado por la Scuderia con Schumacher y Rubinho, Tiago Monteiro, último escalón del podio, arrancó a tirar champagne con euforia mientras sus colegas se retiraban callados. Claro, un Jordan en el podio era algo digno de celebrar sin importar el contexto.

Indianápolis fue sede de dos carreras más, pero acabó desterrada del calendario. Desde el 2012, el GP yanqui se corre en Texas y tiene éxito entre el público, pero a la Máxima le costó recuperar la credibilidad. Este evento, además, ocasionó otro gran cambio en la F-1: se decidió terminar con la “guerra de neumáticos”, es decir, que más de un proveedor abastezca a los equipos. Del 2007 al 2010 monopolizó Bridgestone, y desde entonces, Pirelli.

Monteiro, de Jordan, el único que celebró. Fue su único podio en la F-1. (AFP)

Monteiro, de Jordan, el único que celebró. Fue su único podio en la F-1.

No fue un Gran Premio, y se pagó un gran precio.

Los fans estadounidenses se fueron muy calientes. "Adiós a la F-1 en Estados Unidos", indicaba el cartel en una de sus esquinas. (AP)

Los fans estadounidenses se fueron muy calientes. "Adiós a la F-1 en Estados Unidos", indicaba el cartel en una de sus esquinas.

 

 

 

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